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La Verdad y la Justicia Migratoria

Por: Gabriel Freyre

Ya hemos hablado anteriormente del complejo problema de los inmigrantes, y del justo pensamiento que albergan: sobrevivir a su manera, en el mejor lugar posible del mundo. Y decimos justo, porque para llegar a cumplirlo no exigen ninguna caridad ni socorro, solo piden que los dejen transitar con seguridad. Que se les cuide; nada más. Así que, ahora solo nos cabe examinar la acción y la responsabilidad que tienen en todo ello los gobiernos que les reciben, sobre todo el de México, en donde se vive una auténtica caza de inmigrantes, y que resulta tan fatal para muchos de ellos.

Cierto que recientemente se han juntado los presidentes de Estados Unidos y México, estableciendo en tal sentido un acuerdo tácito, (convenio propio de hombres con palabra devaluada, y que debido a las similitudes y deficiencias particulares que comparten, se saben entender). Allí se comprometieron a obrar en pos de «la verdad y la justicia», jactándose e incluso deslizando sin creérsela ni ellos, la noticia de que se están adoptando oportunas disposiciones que solucionarán definitivamente la crisis migratoria. Esto suena bastante inverisímil ¿verdad que sí? Sobre todo teniendo en cuenta que son ellos mismos los mayores responsables del caos y confusión que reina ahora mismo en la frontera.

En efecto, por increíble que parezca, todo este gran enredo en primer lugar lo armó el viejito despistado de Biden con sus habladurías. Seguramente ustedes le recordarán en aquel largo y excesivo periodo de inquietud que mantuvo las fronteras cerradas por COVID, cuando, en medio de un ataque de auténtica inspiración demagógica, se le dio por alentar a que llegasen decenas de miles de haitianos, a quienes luego dejó entrar de forma totalmente irregular, añadiendo más tarde que no podía arrepentirse de lo hecho y achacando todos los problemas de inmigración a su antecesor (razonamiento que no convenció a nadie, alén de que la mayoría, y creo que en esto coincidimos, tenemos a su antecesor por un mastodonte desenfrenado que no sabe ni sabrá nunca dominarse).

Podría decirse mucho más sobre las meteduras de pata de Biden, el caso, señores, es que en el corto tiempo que lleva de gobierno, ya nos tiene a todos muy acostumbrados a sus erráticas decisiones, las cuales son siempre imitadas de este lado, con extrañas incongruencias por parte del presidente mexicano. Así que, por más que tratemos ver el caso migratorio a través del prisma del optimismo, hay un hecho que no se puede pasar por alto, porque pone en riesgo las negociaciones pertinentes, y es que, pese a sus amables maneras, los dos se han mostrado siempre hostiles a la hora de tomar cualquier decisión que requiera de cojones. Y en este asunto es crucial tener ese carácter (digámoslo así mejor). Lo mismo les hemos visto operar, y mostrarse positivamente incapaces, no solo de adoptar una medida eficaz en favor de sus propios países, sino casi de tomar medida alguna en ningún sentido, valiéndoles en más de una ocasión el calificativo de: idiotas.

En definitiva: un mandatario no puede ser siempre así de blandengue, y en este caso hay que reconocer que ambos lo son. Así que, por todo lo dicho, cabe imaginarse la charla por demás grotesca que habrán mantenido en la Casa Blanca. El uno le habrá expresado su deseo de tener garantías positivas y el otro resolvería sin dudas hacer lo que mejor sabe: lisonjear al anfitrión, tocando, por así decirlo, «la música que el tonto de Biden quería oír» y ofreciéndose, a despecho de los inmigrantes, a despejarle la frontera en el porvenir; y en el corto plazo, hacer retroceder por lo menos el avance de quince mil venezolanos que ya habían llegado a Monterrey y esperaban de parte de Estados Unidos el mismo trato que tuvo el viejo con los haitianos.   

Digamos de paso que Andrés Manuel López Obrador no prescindió en ella de esbozar su maliciosa sonrisa, pero sí, de mencionar todo lo referente a la miseria moral que le aqueja (respecto a aquella fama que tiene de proteger a los narcos) ¡Pero, está bien! ¡Se entiende! ¿Para qué poner el dedo sobre las llagas? ¡Cómo confesar, por ejemplo que en México, día a día se viene perdiendo terreno ante los carteles y que son cada vez más los estados en donde impera el poder del crimen organizado por encima del propio gobierno!

Desde luego que no era esa reunión el momento apropiado para descorrer velos… Nos hacemos cargo… Debe ser muy difícil admitir que en México se cuenta con una policía totalmente desprestigiada, y que igualmente, se posee unos agentes federales de migración que no retroceden ante nada para ganar dinero. No les quede ninguna duda de esto: un gobierno irresponsable, ladino, desvergonzado como el que tiene actualmente México, siempre encontrará la forma de ocultárselo a todo el mundo, e incluso ustedes nunca llegarán a saber todo lo que el mandatario se empeñe en ocultar. ¡Sería echar a rodar un negocio extraordinario!

Pero observen, queridos lectores: hay numerosos testimonios que comprometen, tanto a los policías estatales como a las autoridades migratorias de México. Nos consta de manera indudable que abusan como bellacos de su poder y de los inmigrantes a lo largo de todo el territorio nacional. Efectivamente; e incluso hemos comprobado que en el interior del aeropuerto Benito Juárez de México ocurren igualmente cosas vergonzosas: las leyes de inmigración no se aplican rigurosamente, allí dentro el ingreso a ilegales también tiene un precio. Sean quienes sean (chinos, africanos, terroristas de Irán, Cuba o Alqaeda). ¡Lo mismo da! Además ¿a quién le importa? Si el propio presidente de la nación ha sentido siempre predilección por los corruptos y delincuentes. ¿Acaso no vive rodeado de ellos? Tanto el gobierno como la Marina está informada de esto. Sí, tal como les estamos asegurando. Poseemos pruebas de que todo esto que denunciamos es absolutamente cierto. Pero en fin, ese es otro tema. Aquí lo que nos ocupa es el tema de los inmigrantes… ¡Pobre gente! Su paso por México les dejará heridas indelebles…Porque imaginen: si este tipo de excesos que les contamos ocurren aquí, en ciudad de México, frente a las narices de todos nosotros ¡cuánto más no ocurrirá en las lejanas fronteras de Laredo, Tijuana o Tapachula!

Primera de dos partes

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