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Con el apoyo de la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), la doctora Susana López Charretón, del Instituto de Biotecnología de la UNAM, desarrolló una investigación sobre un inmunoensayo para caracterizar la respuesta inmune de personas contagiadas de COVID-19.
Los objetivos del trabajo de la viróloga fueron validar la prueba al contrastarla con sueros de pacientes infectados y no infectados, y evaluar la presencia del virus en población mexicana.
Una de las preguntas al inicio de la pandemia fue saber cuántas personas que, sin saberlo, se habían expuesto al virus y, por lo tanto, habían generado anticuerpos contra el SARS-CoV-2.
“Si alguien se expone a algún patógeno, el organismo produce anticuerpos, de la misma manera que al recibir una vacuna. A través de una toma de sangre, de la que se extrae el suero, es posible la detección, o si ya se ha vacunado contra un determinado microorganismo”, explicó la científica.
Con el coronavirus fue necesario establecer el inmunoensayo, una prueba de uso común para detectar distintos virus, como dengue o zika, por ejemplo, y así determinar qué cantidad de la población en nuestro país ya había estado en exposición, aun cuando hubiesen estado asintomáticos o no diagnosticados.
Para ello, se contó con los protocolos de un grupo de científicos del Centro Médico Mount Sinaí de Nueva York, que diseñaron y compartieron en los inicios de la pandemia un método basado en la detección de la proteína del spike del SARS-CoV-2, que permite reconocer e ingresar a la célula huésped para infectarla, lo que facilitó el avance del grupo de López Charretón en su proyecto de investigación.
“Aunque en mi laboratorio iniciamos el trabajo desde la obtención de la proteína del spike de forma recombinante, en una acción muy generosa y abierta, la doctora Rebecca DuBois, colega de la Universidad de California Santa Cruz, nos proporcionó esta proteína acelerando nuestro trabajo para el inmunodiagnóstico”, dijo.
Otro factor favorable para la investigadora del IBt-UNAM fue la participación del IMSS, al proveer muestras de sueros de pacientes que asistían a consulta, antes y durante la pandemia, junto con datos de edad, sexo, comorbilidades y tiempo de evolución de la enfermedad.
Otra aportación importante ha sido la participación de la doctora Cecilia Jiménez y su grupo de la Facultad de Medicina de la UNAM, al facilitar los primeros sueros positivos y negativos que se utilizaron para validar la prueba.
El análisis de la doctora López Charrretón permitió observar que el inmunoensayo resultó eficiente y comparable con otros de carácter comercial. Asimismo, se encontró una amplia distribución en los títulos de anticuerpos neutralizantes para el virus en muestras de sueros de 103 individuos, pacientes del IMSS, y en 13 de ellos se registró una completa ausencia de títulos neutralizantes de anticuerpos, que forman parte de las defensas del sistema inmunitario cuya función es eliminar el efecto de microorganismos invasores.
Se encontró, además, una buena correlación en el uso de dos metodologías distintas para medir la presencia de anticuerpos neutralizantes, y se detectó un vínculo adecuado entre el inmunoensayo (es decir, el reconocimiento al spike del SARS-CoV-2) y la capacidad neutralizante de los mismos sueros.
Por otro lado, y en vista del avance de la pandemia, con un gran número de personas infectadas en el país y la llegada de las vacunas a principios de 2021, la información de los inmunoensayos acerca de la prevalencia de seropositivos en el país dejó de ser primordial.
Con el fin de aprender más acerca de la enfermedad y del comportamiento de los sueros ante la aparición de las variantes del SARS-CoV-2, el grupo de la doctora López Charretón inició un estudio en el que se ha medido la capacidad neutralizante, es decir, qué tanto los anticuerpos presentes en el suero de una persona pueden inhibir la infección, con respecto a sueros obtenidos de personas que han sido vacunadas con diferentes biológicos y ante las distintas variantes.
“A través de la colaboración con el IMSS se ha conseguido una colección de sueros de personas inoculadas con una determinada vacuna, que no se han contagiado y se puede saber la cantidad de anticuerpos que tienen y su capacidad de neutralizar variantes; además, contamos con un grupo de sueros de quienes fueron vacunadas con distintos biológicos, pero que ya se habían infectado previamente. A estos últimos los clasificamos como de inmunidad híbrida: la que confiere la vacuna y la que le deja la infección, es decir, se trata de un doble estímulo al sistema inmune”.
Lo que sigue, indicó la experta, es hacer un seguimiento poblacional porque lo que se requiere saber es si será necesario revacunar a toda la población.
“Llevamos dos años administrando vacunas y por el temor a los brotes tan altos que se han tenido con las distintas variantes hay países que ya están revacunado a su población. Sin embargo, eso no es sostenible económicamente para la mayoría de las naciones si aún no se conoce con precisión el tiempo de inmunidad que ofrecen los biológicos”.
Desde la perspectiva de López Charretón, el proyecto que llevó a cabo con recursos de la SECTEI, permitió junto con su equipo “trabajar con diferentes grupos de investigación en México de manera colaborativa, cercana y desinteresada, y lo hemos hecho de forma armónica con el IMSS, el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad Cinvestav, Irapuato, el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, y la propia UNAM”.